martes, 30 de enero de 2024




El presente texto, es una invitación a la reflexión sobre la identidad docente y la importancia de la profesionalización y la formación continua en el ámbito educativo. No pretende ser una tesis fundamentalista, sino más bien un ensayo que invite a la discusión. 

En pocos días más dará comienzo un nuevo incio del ciclo escolar en Córdoba y en el país, o al menos es lo que todos los actores involucrados esperamos (o casi todos). Como es casi una costumbre ese incio se verá afectado, en medio de un nuevo capítulo conflictivo, entre la política y los gremios. Bajo este aspecto, muchas realidades se ven cuestionadas con noticias, estadísticas y relatos, pero como siempre el rol docente está en el foco de la cuestión, aunque las políticas educativas poco y nada tengan presente la opinión de los docentes.

Bajo este contexto, hay cuestiones vinculadas a la educación formalizada donde el proceso de enseñanza y aprendizaje debe ser inclusivo, compartido y colaborativo, tal y como señalara, por ejemplo, George Siemens hace unos años, cuando expresaba que para enseñar y aprender “había que educar a aprender en redes”. La estructura del sistema educativo, articulado en una formalidad que acrecienta y desalienta a la escuela según el clima social actual, pone en evidencia que los docentes no pueden enseñar solos y que la experiencia bajo las interacciones e interrelaciones de esos ecosistemas sociales, como lo son las aulas, deben utilizar la propia experiencia y producir contenidos e ideas, utilizando a la tecnología como aliada en un mundo cargado de vorágine, pero compartiendo recursos. Sin embargo existen cuestiones que se ponen de manifiesto y que tendrá grandes impactos. Por ejemplo, muchos expertos expresan que es importante ejecutar un "apagón digital en la escuela" o como expresó en un informe la UNESCO, que se debía prohibir el uso de celulares en las escuelas. Evidentemente el uso desmedido, desvirtuado o mal regulado de estos instrumentos puede ejercer un bajo rendimiento, pero los extremos no son funcionales, ni prohibir, ni permitir el libre albedrío. Aquí es donde la escuela debe enseñar a aprender...

La educación es simplemente eso, “lo social hecho cuerpo (Pierre Bourdieu).

La identidad docente es una de las cuestiones que permiten a la educación escolarizada, formalizada y estructurada, permanecer a lo largo del tiempo contribuyendo a su gran capacidad de autorregulación. Ante los ojos perplejos de quienes cuestionan su realidad, observamos un complejo mosaico institucional, atravesado por múltiples aspectos, contextos, procesos y ciclos, como si fuera un gran ecosistema social, interconectado e interrelacionado. 

Los procesos que contribuyen al ciclo “bio edu social” del sistema educativo, son la construcción y reconstrucción permanente de la identidad docente y la búsqueda de un equilibrio dinámico, un equilibrio, donde este ecosistema, se autorregula, pero no lo alcanzará nunca. En este sentido, un aspecto característico, casi sintomático de la realidad docente es lo que se expresa Alliaud en su investigación sobre la experiencia escolar de los maestros, cuando expone: 

"Podemos adherir a argumentaciones sociales o económicas que expliquen estos desfases, mientras tanto   los   docentes  se   (auto)  perciben   incapaces   para   enseñar,  desvalorizados,  desamparados   y desautorizados.  Podemos  añorar  los  viejos  escenarios  o  renunciar.  Pero  podemos  reparar  también  en  el  discurso  y  el  “formato”  o  dispositivo  escolar  que  se  mantiene  en  el  presente  (en  las  instituciones  y  en  los  sujetos)  y  abordarlo  desde  la  preparación  profesional". 

Por tanto esos procesos, como vínculos, experiencias y tareas, desde el sujeto docente, tiene esa esencia de equilibrio dinámico, bajo un modelo de realidad educativa, atravesado por un nexo conductor, de efecto multiplicador en la vida de los estudiantes, autorregulado por el mismo sistema. La propia experiencia escolar, posee esa impronta característica de efecto multiplicador en ciclos que se manifiestan evolucionados y adaptados, donde el vínculo es el nexo conductor, ya que no hay docencia sin dinámica, alegría, calidad y pasión. La diversidad, como atributo de complejidad de la estructura del proceso de enseñanza y aprendizaje, vividos en la experiencia escolar marcan el rumbo para redefinir la identidad docente. 

En esa dinámica constante, es la entropía degradando el ajuste de la transformación del sujeto docente, que se ejecuta por un objetivo concreto: enseñar y seguir aprendiendo. La identidad docente es ese mosaico de experiencias con un agregado de asimilación de las mismas, pero también creo que no podemos pensar en el rol sin la calidad. La profesión como docente no puede ser pensada sin proyectos, programas planeados, continuos, documentados y revisados. Quizás, es una nueva forma de pensar la estructura que  tasciende la formación estructurada, pero hoy debe ser pensada como renovada, adaptada, formalizada con la identidad del docente que se aspira ser.

Partiendo desde esta panorámica, cuando se afirma que el proceso de enseñanza - aprendizaje de ser inclusivo se objeta la impronta  polémica, se debate de papel docente y la cuestión de la inclusión misma, poniendo sobre la mesa nuevos problemas a los que ya existían. La inclusión, muchas veces, se desarrolla desde la categoría del uso del lenguaje. En primera instancia, aparecen los férreos defensores del lenguaje inclusivo y el silencio de los que tal vez, no se animan a cuestionar su uso o simplemente no les parece correcto. Pero he aquí la realidad transformadora, cuando dejamos de lado los prejuicios de si, ¿lenguaje inclusivo si o lenguaje inclusivo no?, en el cual se evidencia, que la inclusión implica mucho más por resolver. El principal aprendizaje que se rescata y parafraseando el texto de La lengua degenerada“un sesgo prejuicioso puede suponer un problema incluso más difícil de visibilizar y ‘subvertir ’; dejando en claro que fomentar la inclusión desde nuestra labor diaria de docentes, implican condiciones y decisiones, donde coexisten alteraciones o tensiones que se extienden desde la pre pandemia, se sostienen todavía y aún más, evolucionan post pandemia, ya que inclusive, la pandemia en algunos hogares continúa por las marcadas dificultades que acentúan la segregación laboral y económica. Aprender, es un concepto que revitaliza nuestra función diaria desde nuestro rol, pero que se traduce como un desafío por las necesidades de la realidad que tenemos en nuestras aulas sobre el consumo, la discapacidad, la identidad, los problemas económicos, entre muchos otros. Los cuales muchas veces generan la expulsión de la escuela por situaciones particulares. Y son esas alteraciones de la realidad las que marcan tensiones para pensar y reflexionar ¿el cómo y para qué? de nuestra labor forma parte de la experiencia que implica la enseñanza y el aprendizaje, porque no se trata solamente de transmitir conocimiento. 

Cuando se pone de manifiesto los desafíos de la docencia en el siglo XXI, se discute sobre el desarrollo de la complejidad de dicha actividad, vinculados a la multiplicidad de actores involucrados en un tejido social que involucran nuevos espacios y contextos desde la escuela. Aquellas tensiones en el marco del proceso de enseñanza - aprendizaje,  que se visibilizan en la actualidad, avizoran la discusión sobre el ámbito de trabajo entre la multiplicidad de procesos, donde la frontera entre docente y estudiante, está marcado por la adaptación de ambos agentes sociales al desarrollo de contenidos y estrategias metodológicas en un contexto escolar específico, particular y cargado de singularidades en la diversidad de los estudiantes. Evidentemente hay un choque cultural en nuestra civilización, tan distintos entre el docente del estudiante y tan cerca a la vez, que permite vislumbrar una realidad compleja y sistémica. Y la frontera ya no acerca, se convierte en límite, separa, es una brecha más allá de lo generacional.
 
El contexto juega un papel condicionante, por ejemplo, son los medios de comunicación y las redes sociales cargados divulgadores, que compiten en la transmisión de información, pero carecen de la guía y del ojo entrenado del docente. La televisión, el cine, internet y las redes sociales 2.0, son buenas fuentes de datos, pero solo serán el medio para acceder a comprender la información siempre y cuando exista un guía para ese proceso. Lo podemos ver evidenciado cuando Anibal Ford resalta, en su presentación Cultura popular y los medios de comunicación, que el papel de los medios adquieren para asumir una realidad superadora del contexto actual, dentro de la vorágine que implica la globalización del mundo, y que, de manera implícita, se asume la posibilidad de satisfacer una necesidad de la cultura popular. Esto se explica, cuando expresa que “Los medios avanzaron sobre esto desde una lógica que no era la del saber transmitido de manera escolar, institucional o estatal, sino desde la dinámica de pequeñas empresas “aventureras” y, de los intelectuales pobres que trabajaban en ellas”. La transmisión de conocimiento desde el uso de la tecnología de información para transformarla en conocimiento, se evidencia en la realidad secundaria desde la utilización de medios electrónicos para la transmisión de información y conocimiento, lo que implica el saber cómo hacerlo, ya que el desarrollo de nuevas tecnologías crea nuevos entornos sociales, llevando esa complejidad a otro nivel.

Las nuevas herramientas son el medio para acceder a nuestro entorno, tratando de imitar el formato de la página con las pantallas de los aparatos electrónicos, desde los diferentes formatos en los medios escritos que nos conducen y las pantallas replican. Esto tambien queda asentando lo que expresa Michel Serres, cuando dice: “Los innovadores de todo tipo buscan el nuevo libro electrónico, mientras que lo electrónico no se liberó todavía del libro, aunque implique algo muy distinto del libro, muy distinto del formato transhistórico de la página”. Por tanto las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son la llave maestra hacia el diseño de este sistema, materializado en el abordaje de herramientas para la accesibilidad y para la cooperación. La enseñanza - aprendizaje debe ser un proceso compartido.

Por último, la identidad docente en un contexto tan contrariado y colmado de una vorágine innata, se alimenta no solo de la inclusión y de los saberes compartidos, sino que también debe ser colaborativa. Se peude discutir la tarea del docente, en base a las necesidades de los estudiantes en la actualidad y se puede comparar con otras épocas, teniendo en cuenta la manera en que se gesta el aprendizaje desde la construcción de ciudadanía y los contenidos. Pero es en este sentido, la reafirmación de que el trabajo docente vinculado, con el diseño de clases y la selección de temas relevantes, viene dado desde la selección de contenidos que se privilegian para ser desarrollados. Lo dice Litwin, cuando expresa: “No se trata de aplicar los contenidos de un texto sino de armar, desarmar y volver a armar el currículo acorde con lo que vale la pena enseñar y aprender, asumiendo decisiones autónomas y responsables”.  En este sentido construir los planes de estudio y las pedagogías que utilizamos para poner en práctica dichos planes vienen a relatar una historia o varias. Lo que se busca, es entonces evocar el componente de la vida social de manera colectiva, dándole una figura de acción a los procesos de constitución de los sujetos sociales. Y ¿cómo se vincula esto con la construcción de ciudadanía? Bueno, Viviana Papier esboza la siguiente idea en El pasado reciente argentino y las normativas escolares: “desde la formación de los estados nacionales la escuela ha sido un espacio de transmisión de determinados relatos sobre el pasado y de construcción de memoria colectiva”. Lo que trata de explicar que las identidades, son el mosaico de contrucción de los sujetos que a diario se recrean de manera constante y casi necesariamente, porque nada es estático en la educación, ni la identidad docente escapa a los nuevos entramados de las políticas en una sociedad en disputa. 

A grandes rasgos se ha tratado de reflejar la necesidad que tiene la identidad docente en los tiempos actuales. La práctica docente y su proceso de construcción evoca momentos de reflexión permanente, es un ciclo de construcción y reconstrucción introspectiva. También es necesario que los docentes reflexionemos sobre la importancia de la profesionalización y la formación continua en el ámbito educativo, como uno de los principales actores responsables en la mejora de la calidad educativa.

             
La Nacion. 2022. George Siemens: "El sistema educativo debería ser como Internet". [online] Available at: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/george-siemens-el-sistema-educativo-deberia-ser-como-internet-nid1521817
 [Accessed 30 October 2012].

Minoldo, S., 2018. La lengua degenerada. [en línea] Elgatoylacaja.com. Disponible en: <https://elgatoylacaja.com/la-lengua-degenerada> [Consultado el 28 de junio de 2022].


Ford, A., 2022. Cultura popular y los medios de comunicación. [en línea] p.72. Disponible en: <https://revistaiztapalapa.izt.uam.mx/index.php/izt/article/view/1073/1227> [Consultado el 29 de junio de 2022].
  
Serres, M., 2014. Pulgarcita. Barcelona: Editorial Gedisa, p.43.

Litwin, E., 2008. El oficio de enseñar. p.100.

Pappier, V. (2017). La historia reciente en las aulas de nivel secundario. Prácticas escolares en torno a la última dictadura argentina. Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1389/te.1389.pdf

Alliaud, A., 2022. LA EXPERIENCIA ESCOLAR DE MAESTROS “INEXPERTOS”. BIOGRAFÍAS, TRAYECTORIAS Y PRÁCTICA PROFESIONAL. Universidad Nacional de Buenos Aires, [en línea] p.9. Disponible en:
https://rieoei.org/RIE/article/view/2888/3821 [Consultado el 31 de agosto 2022].

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